domingo, 17 de mayo de 2015

Cinco de la tarde en un pueblo cualquiera
de mi Andalucia.

"Era la hora en que los niños juegan en las calles 
de todos los pueblos, 
llenando con sus gritos la tarde. 
Cuando aún las paredes negras reflejan 
la luz amarilla del sol.
Al menos eso había visto en  aquel Barrio,
todavía ayer,
a esta misma hora.
Y había visto también el vuelo de las palomas
rompiendo el aire quieto, sacudiendo
sus alas
como si se desprendieran del día.
Volaban y caían
sobre los tejados, mientras
los gritos de los niños revoloteaban y
parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí,
en este pueblo sin ruidos.
Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas
con que estaban empedradas
las calles.
Mis pisadas huecas, repitiendo
su sonido
en el eco
de las paredes teñidas por el sol del atardecer.

Rufo


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